martes, 21 de septiembre de 2010
Se perdio mi estrella.
Entre tu, pasado y me presente, entre tu silencio
y mi dolor existe un abismo de tristeza que quebró
la luz que alumbraba mi camino, ese día perdí
mi estrella y sin darme cuenta, día a día aprendí
a perderte, hoy el agridulce sabor de la nostalgia
se vislumbra entre los visillos que cubren
los ventanales de tu mirada, ocultando la lluvia
que no cesa y aunque ha pasado el tiempo,
sigue lacerante la brecha que en mi alma
dejo el filo de tu silencio.
Hoy como cada nuevo amanecer voy deshojando
tus recuerdos, uno a uno, alimentando la esperanza
de que un día tu luz vuelva a brillar, hoy sigues
tan presente en mis sueños, como yo ausente
en tus recuerdos, tan ausente como mis sueños,
esos que el día que perdí mi estrella, deje colgados
en el ropero de mi subconsciente, desde ese día,
sin rumbo ni destino, navegando en la nave
de tu indiferencia voy a la deriva en un mar de dudas,
sin esperanzas camino por la penumbra de mi melancolía,
buscando una salida al laberinto en el que
se me ha perdido mi estrella y voy dejándome
arrastrar por las mareas de la incertidumbre,
hasta zozobrar contra los acantilados de tu olvido.
Hoy mi corazón se nubla de amargura, al recordar
que atrás quedaron escritas las palabras que nunca
te dije, palabras escritas con la tinta de mis lagrimas,
lagrimas con las qué escrito tu nombre llevo
en el horizonte de mi dolor, quedando varado
en el anden de tus despertares, embriagándome
de tu esencia, bañándome de tu alma me vestiré
con la piel de tus sueños y con la luna siguiendo
la senda que mis huellas van dejando tras de mi,
cabalgaré en la grupa del viento, cual sombra
sigilosa que anidando en el remanso de las noches
de ébano y marfil, alza el vuelo surcando
valles y montes sin tregua ni descanso,
noche y día tras la estela de tus sueños,
hasta encontrar de nuevo mi estrella.
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