jueves, 2 de septiembre de 2010
Qué distinta es mi ciudad,
cuando llueve...
El gris es mas oscuro
y brillante se vuelve el verde.
Los adoquines relucen
en un acerado gris,
el asfalto negro parece.
Los cristales se empañan
para que en ellos dibuje
tu nombre y mi corazón.
En los espejos de agua
esquivos y misteriosos
relucen tus ojos negros.
Las gotas de lluvia bailan
tintineando en las ventanas
con voluptuoso desliz.
Y en una esquina olvidada,
bajo un paraguas prestado
se refugia la esperanza.
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